El próximo día 8 celebramos la fiesta de La Natividad de la Virgen Maria.
“Dios es Amor” nos dice el apóstol San Juan en su carta. Y porque es amor tuvo el proyecto eterno de hacerse hombre por amor al hombre, para salvar al hombre.
Pero para realizar ese proyecto nacido de su corazón, Dios quiso necesitar una mujer. Una mujer elegida por
el Padre entre todas las mujeres a quien Isabel proclamo “Bendita entre
todas las mujeres” y su nombre era Maria. Luc 1, 27. Y porque Ella fue
la elegida, Ella fue la concebida sin pecado original, sin mancha; Ella fue, la Limpia, la Pura, la Purísima, La Inmaculada.
Ella, la elegida, la concebida sin pecado original, nació para ser LA MADRE, no una madre como tu madre o mi madre. No hay madre tan madre como esta Madre porque Ella nació para ser LA MADRE.
La raíz y el fundamento de la misteriosa Dignidad y Grandeza de María está en su relación especialísima con las Tres Divinas Personas como nos recordaba el Papa Pablo VI en su documento “Marialis Cultus”: “Ella es la hija predilecta de Dios Padre, la Madre de Dios Hijo, la Esposa del Espíritu Santo porque por obra del Espíritu Santo concibió a su Hijo en cuanto hombre”.
Ella es la verdadera Madre del Hijo de Dios como nos dice el Concilio de Efeso, porque Ella concibió al Hijo de Dios en cuanto hombre, no por obra de varón sino por obra del Espíritu Santo en el mismo momento de la Encarnación.
Ella es también Madre de todos los hombres y Madre de todo lo creado porque
el Hijo de Dios en su humanidad asumió a toda la humanidad y se unió de
alguna manera a cada uno de los hombres y de otra manera distinta asumió también a la Creación entera, manchada y herida por el pecado como nos dice San Pablo.
Ella dio a luz a su Hijo en Belén y le amamantó y en sus brazos y en
sus rodillas le enseño a hablar y a rezar y donde por primera vez el Hijo de Dios la llamó Mamá. ¡Cuántas veces, Jesús, el Hijo de Dios llamaría a María mamá, madre! Y ¡Cuántas veces María llamaría a Jesús, hijo mío! Y le beso y le abrazó al mismo Hijo de Dios.
Ella es toda Madre y toda Vida. Ella es la Madre del mayor dolor,
porque es la Madre del mayor Amor. Ella es Amor y Vida porque Ella es la
Llena de Gracia como la saludó el Ángel en nombre de Dios.
Ella es la Madre del Sí en la Encarnación. Sí a Dios y Sí a los hombres.
Ella es la que nunca dijo no, la que siempre dijo Sí, hasta la Cruz y después también.
La Madre de Dios es tu Madre, es mi Madre, es nuestra Madre.
Madre de Dios y Madre nuestra, cuida de nosotros con amor de madre y enséñanos a decir Sí a Dios y siempre Sí a los hermanos de tu Hijo, sobre todo a los mas pobres y a los mas débiles.
Gracias, Jesús, por habernos dado a tu Madre como madre nuestra. Gracias Madre, porque naciste para ser LA MADRE.
Fuente: http://www.archisevilla.org