Hay una realidad que nos entra por los ojos y por los oídos todos los días; realidad que no podemos negar, ni ocultar, ni disimular. Hoy hay muchos jóvenes que se alejan y se apartan de la Iglesia y muchos la abandonan; otros la aparcan
de su vida excepto en momentos puntuales: bodas y entierros. Otros
organizan su vida como si la Iglesia no existiera, es decir, “pasan de la Iglesia”.
Y ¿Por qué este fenómeno creciente y preocupante sobre todo en los últimos años?
Escuchemos con atención e interés lo que los mismos jóvenes dicen: es una Iglesia lejana de los problemas de los hombres y mujeres de hoy y además es “amiga de los ricos”.
Una Iglesia encerrada en si misma y en sus problemas. Una Iglesia despreocupada de las inquietudes y preocupaciones de los jóvenes, una Iglesia anclada en el pasado que ha perdido el tren de la modernidad. Una Iglesia enemiga de la ciencia y del progreso y reducida a una “oficina de sacramentos” y una Iglesia identificada con los “obispos, sacerdotes, monjas y frailes”.
Y por eso, dicen con frecuencia: “a mi esa Iglesia no me va”, “no me
interesa”, “no me dice nada” e incluso la veo como un “estorbo” con
tantas prohibiciones. Todas estas acusaciones debieran hacernos
reflexionar seriamente a los pastores y a los seglares comprometidos.
Recordemos las palabras del Concilio al abordar el fenómeno del ateismo
y de la indiferencia diciéndonos “que los propios cristianos pueden
tener una parte no pequeña de responsabilidad de esta situación de rechazo y abandono por una exposición inadecuada de la Doctrina, e incluso, por los defectos de su vida religiosa, moral y social que han velado mas bien que revelado el genuino rostro de Dios”.
Y aquí podíamos añadir que los propios cristianos muchas veces velamos mas que revelamos el genuino rostro de la Iglesia.
Escuchemos también con mucha atención lo que el Concilio Vaticano II
nos dice en la constitución pastoral de la Iglesia: “la Iglesia tiene el
deber de hacer presente y como visible a Dios Padre y a su Hijo encarnado con la continua renovación y purificación propias bajo la guía del Espíritu Santo.
El Papa Francisco dijo a los jóvenes en la Jornada Mundial de la Juventud en Brasil que él quería una Iglesia pobre y para los pobres y una Iglesia sencilla y sin boatos. Por eso, él mismo, desde el primer día de su pontificado no cambio los zapatos ni los calcetines negros por los que le tenían preparados de color; empezó por utilizar un coche utilitario y no de alta gama; no se instaló en las habitaciones del Palacio Apostólico que le tenían preparadas para él, sino que, se quedó en la Casa Santa Marta.
En su capilla celebra todos los días la Eucaristía a la que asisten
empleados del Vaticano y comparte el desayuno con personas que quiere
tratar y conocer mejor. El Papa Francisco les dijo también que no quería una Iglesia encerrada en si misma y en sus problemas, sino una Iglesia abierta que debía salir de si misma para ir al encuentro de los hombres para anunciarles y ofrecerles la salvación de Jesucristo, insistiendo una y otra vez que debía ir a las “periferias existenciales”.
Una Iglesia preocupada por los problemas y sufrimientos de los pobres y además una Iglesia cercana. Por eso dirá y repetirá que quiere unos pastores, obispos y sacerdotes con “olor a oveja”, por su cercanía y conocimiento de sus fieles; y él mismo saldrá del “Papa Móvil” para ir al encuentro de los niños, enfermos, ancianos y los pobres. También los habló de una Iglesia preocupada por los alejados que va a su encuentro con sencillez, una Iglesia que escucha, que dialoga, que acerca distancias.
Recordemos ahora el intercambio de ideas, por carta,
con el director del periódico italiano “La Republica”. Y unas semanas
después le llamó por teléfono para que fuera al Vaticano a tomar café y seguir hablando con una charla distendida. Y últimamente ha tenido por carta un contraste de pareceres con el director del periódico “La Stampa”.
El mismo Papa ha dicho que quiere impulsar el “Atrio de los Gentiles” que puso en marcha el Papa Benedicto XVI; y ahora esta aprovechando las redes sociales, sobre todo Twitter, con mas de diez millones de seguidores.
Ante el naufragio de algunas barcazas con seres humanos emigrantes y ante la insensibilidad y falta de solidaridad de muchos europeos, el Papa viaja inmediatamente a la isla de Lampedusa para estar cerca del sufrimiento y el abandono, y acompañar a las familias en su dolor y rezar por sus fallecidos.
Ante el escándalo y la tragedia del
hambre en el mundo, la Iglesia, no se ha cruzado de brazos sino que el
Papa ha promovido una campaña contra el hambre con el lema “Todos somos una sola familia humana. Alimento para todos”. Y lo ha hecho a través de Cáritas Internacional.
Estamos ante una Iglesia con determinados acentos que rechazan y abandonan hoy muchos jóvenes. Y una Iglesia presentada por el Papa Francisco con sus palabras y sus testimonios que está despertando en los jóvenes mucho interés y muchas ilusiones y esperanzas y retornos.
Recordemos una vez mas las palabras del Concilio: “la Iglesia tiene el deber de hacer presente y como visible la presencia de Dios Padre y de su Hijo Encarnado………..”. Pero ¿Cómo hacerlo? Transparentando la presencia y la actuación de Jesucristo, proclamando lo que Él dijo y haciendo lo que Él hizo.
Y tu y yo ¿Qué Iglesia estamos viviendo? Y ¿Qué Iglesia estamos presentando a los demás?
Seguiremos reflexionando.
Con el cariño de PUBLIO ESCUDERO
Fuente: http://www.archisevilla.org