“El desgarro, el dolor y la sensación de ruina, el sabor a ceniza y el desconcierto”
El misionero Rafael Marco, de la Sociedad de Misiones Africanas relata
cómo ha afectado la situación de violencias. A pesar de todo estábamos
dispuestos a continuar, por lo menos hasta el final del curso pastoral;
sin embargo, el día 14 recibimos una llamada telefónica del arzobispo
que nos urgía a abandonar la misión.
Estamos en Niamey desde hace poco más de un mes, sin poder salir de la
ciudad hasta el día de ayer, y desde aquí seguimos algunas de las
actividades en las que estábamos comprometidos: un sacerdote africano va
todos los fines de semana a Tera a celebrar la Eucaristía, seguir a los
catecúmenos y velar por la vida de la comunidad; continuamos con la
asistencia y formación del grupo de niños vulnerables y sus familias así
como la construcción y restauración de 120 casas que se vinieron abajo
total o parcialmente a causa de las lluvias e inundaciones del mes de
agosto y la perforación de varios pozos que no pudieron hacerse el año
pasado.
Estamos a la espera de lo que el Espíritu quiere ahora de nosotros; a
ver si sabemos responder con alegría y generosidad. Contamos con vuestra
oración y apoyo”.
Las Hermanitas de Charles de Foucauld están en Níger desde hace mucho
tiempo y todo el mundo las quiere. Rafael cuenta que “las hermanitas de
Foucauld, por razones de seguridad, se les ha obligado a abandonar
varias misiones: Agadez, Nguigmi… y últimamente Bankilaré, vecina a
nuestra misión de Tera, y decían al dejar Bankilaré: ‘Es inútil
describir el desgarro que ha supuesto para nosotras: los lazos de
comunidad y personales que se han ido estableciendo, los rostros que
guardamos en el corazón y el testimonio de que una vida común (con el
pueblo tuareg) es posible… parece que se han quebrado. Se diría que es
eso lo que pretenden los integrismos. Causa un dolor terrible que toca
el corazón del Evangelio y el carisma de fraternidad; sobre todo que,
allí, en Bankilaré, vivíamos esta proximidad, este vivir con un pequeño
grupo humano, marginal, que no pasará a la historia, y descubríamos con
alegría los valores que estaban allí, en lo cotidiano, con sabor a
Evangelio’. No lo sabría decir mejor que ellas, pero ha sido la misma
experiencia que vivimos nosotros ahora al dejar Tera: el desgarro, el
dolor y la sensación de ruina, el sabor a ceniza y el desconcierto…
Adiós Alhadji, adiós mercado, adiós Umu, adiós Musa y Fati, adiós
puente, adiós Tera… iba murmurando Joaquín por la ventanilla del coche
cuando abandonamos la misión; sin embargo, mantenemos la esperanza y
trabajaremos para que así sea, aunque no resulte fácil, de que el amor y
la fraternidad acabarán por triunfar una mañana radiante de Pascua. Por
eso seguimos adelante”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario