Hace
días a la salida de un funeral me comentaba una señora que no entendía
los caminos de la vida. La mujer me decía: ¡ qué difícil resulta
mantenerse firmes en la fe cuando las cosas no salen como uno
esperaba!... y es verdad, en muchas ocasiones, para muchas personas, la
fe es inversamente proporcional a la realización de sus expectativas y
cuando no se cumplen llegan a cuestionarlo todo. Todos conocemos a
personas que se apartaron de la iglesia porque murió un ser querido, o
que no creen porque la solución a un problema nunca llegó. Evidentemente
la fe no puede depender de los acontecimientos que han ido ocurriendo
en nuestras vidas.
Decía Teresa de Calcuta que tener fe es sentirnos llevados y sostenidos
en los brazos de Dios, especialmente cuando todo parece oscurecer y sin
sentido. Seguía diciendo ella que tener fe era también ofrecerle a Dios
nuestros brazos para que, desde ellos, levantemos al que lo necesite,
al que le faltan las fuerzas, al que necesita de una mano, de un
aliento, de bastón, de un apoyo, de un....
Dicen que en tiempo de melones que se omitan los sermones, de ahí que
esta semana no me extenderé mucho, os invito a que meditéis y
reflexionéis este sencillo cuento:
"Una noche tuve un sueño... soñé que estaba caminando por la playa con
el Señor y, a través del cielo, pasaban escenas de mi vida. Por cada
escena que pasaba, percibí que quedaban dos pares de pisadas en la
arena: unas eran las mías y las otras del Señor.
Cuando la última escena pasó delante nuestra, miré hacia atrás, hacia
las pisadas en la arena, y noté que muchas veces en el camino de mi vida
quedaban sólo un par de pisadas en la arena. Noté también que eso
sucedía en los momentos más difíciles de mi vida. Eso realmente me
perturbó y pregunté entonces al Señor:
- Señor, Tu me dijiste, a través de tu palabra, que siempre irías
conmigo a lo largo del camino de mi vida. Sin embargo durante los peores
momentos de mi existencia veo que hay en la arena sólo un par de
pisadas. No comprendo porque Tú me abandonabas en las horas en que yo
más te necesitaba-.
Entonces, Él, fijando en mí su bondadosa mirada me contestó:
- Mi querido hijo. Yo siempre te he amado y jamás te abandoné en los
momentos más difíciles. Cuando viste en la arena sólo un par de pisadas
fue justamente en los momentos de tu vida donde te llevé en mis
brazos-."
¡ Un momento!: Si tenéis la dicha de ir algún día a la playa, os pido
que os recreéis mirando vuestras pisadas sobre la arena y no olvidéis
que en cada pisada que deis estará presente la de Dios.
Buena semana a todos, no tengáis miedo.
Adrián Sanabria.
Fuente: http://www.archisevilla.org/blogs.php?blog=8