miércoles, 10 de julio de 2013

LAS PISADAS DE DIOS


Hace días a la salida de un funeral me comentaba una señora que no entendía los caminos de la vida. La mujer me decía: ¡ qué difícil resulta  mantenerse firmes en la fe cuando las cosas no salen como uno esperaba!... y es verdad, en muchas ocasiones, para muchas personas, la fe es inversamente proporcional a la realización de sus expectativas y cuando no se cumplen llegan a cuestionarlo todo. Todos conocemos a personas que se apartaron de la iglesia porque murió un ser querido, o que no creen porque la solución a un problema nunca llegó. Evidentemente la fe no puede depender de los acontecimientos que han ido ocurriendo en nuestras vidas.
 
 
Decía Teresa de Calcuta que tener fe es sentirnos llevados y sostenidos en los brazos de Dios, especialmente  cuando todo parece oscurecer y sin sentido. Seguía diciendo ella que tener fe era también ofrecerle a Dios nuestros brazos para que, desde ellos, levantemos al que lo necesite, al que le faltan las fuerzas, al que necesita de una mano, de un aliento, de bastón, de un apoyo, de un....
 
Dicen que en tiempo de melones que se omitan los sermones, de ahí que esta semana no me extenderé mucho, os invito a que meditéis y  reflexionéis este sencillo cuento:
 
 
"Una noche tuve un sueño... soñé que estaba caminando por la playa con el Señor y, a través del cielo, pasaban escenas de mi vida. Por cada escena que pasaba, percibí que quedaban dos pares de pisadas en la arena: unas eran las mías y las otras del Señor.
 
 
Cuando la última escena pasó delante nuestra, miré hacia atrás, hacia las pisadas en la arena, y noté que muchas veces en el camino de mi vida quedaban sólo un par de pisadas en la arena. Noté también que eso sucedía en los momentos más difíciles de mi vida. Eso realmente me perturbó y pregunté entonces al Señor:
 
 
- Señor, Tu me dijiste, a través de tu palabra, que siempre irías conmigo a lo largo del camino de mi vida. Sin embargo durante los peores momentos de mi existencia veo que hay en la arena sólo un par de pisadas. No comprendo porque Tú me abandonabas en las horas en que yo más te necesitaba-.
 
Entonces, Él, fijando en mí su bondadosa mirada me contestó:
 
 
- Mi querido hijo. Yo siempre te he amado y jamás te abandoné en los momentos más difíciles. Cuando viste en la arena sólo un par de pisadas fue justamente en los momentos de tu vida donde te llevé en mis brazos-."
 
 
¡ Un momento!: Si tenéis la dicha de ir algún día a la playa, os pido que os recreéis mirando vuestras pisadas sobre la arena y no olvidéis que en cada pisada que deis estará presente la de Dios.
 
 
Buena semana a todos, no tengáis miedo. 
 
 
 
Adrián Sanabria.
Fuente: http://www.archisevilla.org/blogs.php?blog=8

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