Entre
la terminología usada para dirigirnos al Papa hay una que a mí me gusta
mucho y que últimamente se utiliza poco, se trata de Sumo Pontífice.
El término, de raíz latina, y que era referido a altas personalidades
políticas del Imperio romano, está formado por las palabras pons,
"puente" + facere, "hacer", con un significado real de "constructor de
puentes”.
Me parece precioso lo que significa: constructor de puentes, “hacen
falta constructores de puentes en un mundo dónde cada día hay mías
islas”. Creo que ahora más que nunca el mundo necesita de personas que
sean puentes, puentes de diálogo, de fraternidad, de acogida, de
comunión, de denuncia profética, de anuncio, de paz . ¿ No os parece
que nuestros últimos Papas lo fueron,, no os parece que el Papa
Francisco es un gran pontífice?
Dicen que una de las características del hombre de hoy es que es muy
autónomo y autosuficiente , que no precisa del otro más que cuando le
conviene o interesa. Dicen que el hombre tiende a acostumbrarse al
sufrimiento del otro y a la aceptación de situaciones injustas a su
alrededor, y todo ello porque en el fondo somos islas, un mundo lleno de
islas. En estos tiempo difíciles deberíamos ser hombres y mujeres
pontífices. Creo que deberíamos plantearnos la posibilidad de ser esos
puentes , porque solamente desde esa condición de pontífices podremos
ser instrumentos de evangelización.
Además lo curiso es que hay una
gran variedad de estilos de puentes, en mi pueblo hay uno que es
un"dragón", lo importante no es cómo sean, sino su fin, la finalidad
para la que fueron construidos. Pueden ser de hierro, de madera, de
hormigón, lujosos o sencillos, góticos o contemporáneos... lo que define
al puente es fin de unir un lugar con otro, un puente que no une no
sirve para nada, un puente por sí solo no tiene razón de ser. Lo mismo
ocurre con nosotros, ninguno somos iguales y por sí sólos no servimos
para nada, lo nuestro es unir a los hombres entre sí, y a los hombres
con Dios.
¿ Como serlo? Valgan estos siete ejemplos:
1.- Redescubriendo el valor del tener. Dándole a lo material justo el
valor que tiene y nunca dándole el corazón. Viviendo aquel principio
del tener para vivir y nunca vivir para tener. No olvidando que no es
más rico quién más tiene sino el que menos necesita. Por ello, no tengas
miedo a compartir un poco más de lo que lo haces, sé generoso, prívate
de algo, da más de lo que tenías pensado. Si lo haces, si lo hacemos,
construiremos el puente de la CARIDAD.
2.- Redescubriendo el valor de la oración y la Eucaristía. Precisando
cada día de un rato de silencio, de escucha, de diálogo con Dios. Y
viviendo la Eucaristía no como obligación, no como tradición, sino como
necesidad de vida, de encuentro con el mismo Dios. Por ello te animo a
que busques más tiempo de silencio, a que te levantes un poco antes para
orar. Intenta buscar más tiempo de lectura de la Palabra de Dios. Busca
la forma de sentarte con más frecuencia en el sagrario de tu parroquia.
Si lo haces, si lo hacemos, construiremos el puente de la FE.
3.- Redescubriendo la naturaleza como regalo de Dios. Cuidando de todo
lo creado, saboreando cada amanecer y atardecer como algo irrepetible.
Trabajando por el ecologismo, reciclando dentro de tus posibilidades y
mimando la tierra que hemos de dejar a las futuras generaciones. Si lo
haces, si lo hacemos, construiremos el puente del ECOLOGISMO.
4.- Redescubriendo el valor de compartir la fe con el otro. No podemos
ni amar, ni creer, ni esperar a solas, precisamos del otro, de la
comunidad. Necesitamos del otro en un mundo que se declara
autosuficiente. Hablemos de Dios sin miedo, expresemos nuestra fe,
compartamos nuestros sentimientos religiosos. Al igual que se habla de
política, de futbol, de moda, de recetas de cocina o de los estudios de
los hijos, hablemos también de Dios con naturalidad y sencillez,.
Hablemos de Dios tomando una cerveza, paseando con los amigos, o en el
descanso de la oficina. No tengamos miedo a comunicar nuestra
experiencia de Dios con el prójimo. Si lo haces, si lo hacemos,
construiremos el puente de la EVANGELIZACIÓN.
5.- Redescubriendo la necesidad de trabajarnos cada día la posibilidad
de ser mejores, de limar los errores, de superar las miserias y
negatividades, de no conformarnos al pecado, ni a la desidia,… No vale
decir: yo no puedo cambiar. El cristiano vive constantemente en un
proceso de cambio, de ser más auténticos y coherentes. Si lo haces, si
lo hacemos, construiremos el puente de la CONVERSIÓN.
6.-Redescubriendo la tarea de ser portadores de esperanza allí donde
nos encontremos. Una esperanza sencilla y dispuesta, una esperanza desde
lo pequeño y cotidiano. Una esperanza en un Dios que escribe derecho en
los renglones torcido que nuestro mundo nos presenta. Poniendo
esperanza donde hay duda, dolor y oscuridad. Y teniendo muy claro que
nuestra esperanza es en el Señor, no cualquier esperanza, no una falsa
esperanza. Si lo haces, si lo hacemos, construiremos el puente de la
ESPERANZA.
7.- Por último redescubriendo aquella frase del Evangelio que decía
que “aquel que no ama a su hermano al que ve, no puede amar a Dios al
que no puede ver”. Por tanto deseando lo mejor para el otro y buscando,
desde el compartir, la realización del otro. Teniendo compasión, empatía
para con el otro. Sufriendo por las injusticias del mundo y luchando
para vencerlas. No te acostumbres al sufrimiento de tu prójimo, la
insensibilidad es la muerte de tu espíritu. Si tienes compasión, si
tenemos compasión, construiremos el puente de la MISERICORDIA.
No sé qué os parece, pero yo quiero ser pontífice, aunque me cueste,
aunque falle, aunque el pecado golpee mi pobre vida, aunque no sea más
que un pobre puente, pero quiero serlo, quiero intentarlo, ¿ y tú
quieres ser pontífice? Seamos pontífices, el mundo lo necesita.
Un abrazo a todos. No tengáis miedo.
Adrián Sanabria.
Fuente: http://www.archisevilla.org/
http://www.archisevilla.org/blogs.php?blog=8
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